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Ramon Cano

Colegio Nuestra Señora De La Seo Xativa Director

Su severo interior fabricado en piedra y declinado en tradicional tiene un acentuado efecto verticalista y un indudable aire de familia con el clasicismo escurialense, especialmente sensible en la organización de los machones del crucero, huella evocada por los historiadores que se han acercado a su estudio —“siendo curiosa la severidad ornamental, prácticamente escurialense, del proyectista”, escribió Tormo en 1923—. Concebida su construcción y más que nada el abovedamiento en la esteretomía renacentista, el templo de la colegiata se erigió en un inusual ejemplo de la cantería fabricada en los modernos cortes de piedra, proceder para esas datas extraño en el entorno de Valencia. Admirada por arquitectos y especialistas, su señalada presencia en la cabecera y capillas particularmente fue objeto de estudio y estímulo para el resurgir de la estereotomía en el siglo XVIII y aun en el XIX en nuestra colegiata, como evidencian las capillas de los 2 tramos de la nave de lado del crucero o la escalera de la torre campanario. Acaso sea su imagen externa, especialmente sus testeras, la que mejor exprese las intermitencias y momentos álgidos de su construcción durante más de tres siglos, en un explícito muestrario de estilos que engloban el maduro renacimiento de comienzos del siglo XVII de la portada de la cabecera, el vanguardista barroco –en clave oblicua- de finales del siglo XVII de las fachadas norte y sur del crucero, o la sintética testera principal, de la segunda década del siglo XX, antes apurada solución de compromiso que coda.

Censuradas en 1804 por Ortiz y Sanz desde su forma de pensar académica, criticaría el “muy, muy elevado rebanco, enfrascado por perversísima talla, sembrada acá y acullá y confusamente acumulada” o los “postes o sostenes curbos que sobre las pilastras y rebanco suben hasta el florón en el cascarón del presbiterio, trepados y calados de mil formas y figuras extravagantes, a uso de cintillos bordados y tachonados de pedrería”. A esta misma temporada, 1744 ó 1745, forma parte el encargo pictórico que se formalizó con un muy joven José Vergara de las pechinas de la cúpula, conocidas desde bocetos, lo que nos advierte nuevamente de las intencionalidades decorativas en el templo a pesar de que la cúpula aún no se había cerrado. La temprana y espesa recepción de las teorías de Caramuel en el medio que encabeza la fábrica de la Seo no tiene parangón con otros ámbitos de la geografía hispánica, peninsular y de ultramar, si bien su encontronazo fue importante, calando hondo en el discurrir de la arquitectura del momento.

Centro La Inmaculada

Las obras las comenzó a regentar José Sierra, llamado en la documentación “Profesor Mayor de las Reales proyectos de Su Majestad” y “instructor de arquitectura”, quien debió organizar el cerramiento del presbiterio en primer lugar. En un informe anunciado frente al ayuntamiento en el último mes del año de 1734, señalaba de qué forma la fábrica se encontraba “en el estado de luzir y ornamentar la capilla mayor y su claustral”, momento en el que se le encargaba la realización de un coro y dos atrios que debía ejecutar bajo el espacio que ocuparía la media naranja, en el centro del crucero, y que él al final desaconsejó ya que causaba varios problemas. Tras la paralización de las obras de la colegiata con ocasión de la Guerra de Sucesión en 1705 aparece un primer periodo de dudas e incertidumbres hasta la decisión determinante de su reanudación. Al parecer, la Colegiata apenas padeció en el incendio de 1707 que ocasionó destrucciones esenciales en otras partes de la ciudad, pero aún así se tardaría unos años en retomar la fábrica de la colegial. En 1708 se reanudaba el culto en la iglesia vieja que se acondicionó ligerísimamente y se ponía en marcha el proceso de restauración administrativo y económico.

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Edificio, pues, pleno de futuro historiográfico, esta colegiata ofrece a quien se aproxima a su estudio una incógnita similar a la que jurados de factoría, especialistas y arquitectos se hallaron en el primer tercio del siglo XVIII al intentar esclarecer la iniciativa del templo proyectado en datas anteriores —lo que Corachán llamaría “lo antiguo ya echo antes”— a falta de proyectos y novedades, sin más recursos que las huellas de lo construido, solo que en este momento con la yuxtaposición —el “enlasandole y hermoseandole mucho más” que también aconsejara Corachán— de lo construido en épocas posteriores. Firmado por el cabildo y canónigos de la colegial de San Felipe, incluía, aparte de las precisiones recogidas en la mayor parte de los expedientes, un material inusual. Por un lado aportaban la Carta Geográfica del Padre Francisco Casaus de la Compañía de Jesús, coloreada “para hacer ver con la comodidad y proporcion aun por razon del lote para la erección y dismembración” el territorio de la novedosa diócesis. Por otro, y con un carácter considerablemente más significativo para la historia arquitectónica de la colegiata, una planta y perfil del templo, firmados por el arquitecto director de la Seo, fray Jose Alberto Pina.

Centro Claret

Pina en estos dibujos arquitectónicos dejaba constancia de lo que habría de ser piedra de toque en la futura enseñanza académica de la profesión de arquitecto, como era la facultad de “idear” arquitectura a través del dibujo académico. Lejos de tratarse exclusivamente de un dibujo asépticamente bien delineado, con perspectivas, adornado con colores a distintas tintas, a la aguada, los planos de Pina, a través de su sistema de representación geométrica y del empleo servible del color, facilitaban un instrumento de control reglado y pormenorizado del complejo desarrollo constructivo de la fábrica de la colegiata, que dejaba leer el antes y el después de la obra, los distintos tiempos de la misma, con advertencias a color de lo ya realizado, la fábrica en ejecución y la proyectada. A fray Alberto Pina le correspondió también entregar un proyecto completo con su planta y perfil que pretendía contribuir a realizar de Xàtiva, la cabeza aparente de una nueva diócesis. En 1760, se reanudan los deseos de conseguir la catedralidad para la colegial de Xàtiva, presentando un conjunto de reportes en los que se insistía en la excepcionalidad de la obra. “La factoría de la iglesia nueva —se afirmaba en estos informes— es magnífica, toda de piedra labrada al estilo dórico, y sus dimensiones sobrepasan a las de la catedral de Valencia”.

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